ISSN-E: 2697-3650
Minerva Journal
I. INTRODUCCIÓN
La educación a nivel mundial está experimentando una evolución constante, transformándose y
enfrentando cambios paradigmáticos significativos, lo que hace imperativo el establecimiento de nuevas
estrategias de aprendizaje. Según el Proyecto Regional de Educación para América Latina y el Caribe
(PRELAC), se ha comprometido a transitar de un enfoque centrado en la estructura, los aportes, la entrega
de contenido, la homogeneidad y la escolarización hacia un enfoque que se centra en las personas [1]. Por
otra parte, la pedagogía de hoy pone las competencias de los estudiantes y las actividades del aula en primer
plano en términos de métodos, técnicas y estrategias de aprendizaje, y son particularmente prominente en
los planes de estudios escolares [2]. Esto explicaría la creciente expectativa e interés por comprender,
analizar e interpretar las actividades experimentales en la enseñanza y aprendizaje de la química para lograr
un cambio trascendental en la educación.
En la educación de bachillerato, el inicio de la trayectoria en el aprendizaje de la química se presenta como
un desafío considerable [3]. La complejidad radica no solo en la acumulación de información abstracta y
sofisticada, sino también en la incorporación del lenguaje especializado y la simbología inherentes a esta
disciplina científica. Este doble componente, conceptual y lingüístico, puede generar una barrera inicial que
dificulta la asimilación y comprensión de la filosofía subyacente en la química. La necesidad de navegar a
través de conceptos abstractos y la interpretación de símbolos específicos contribuyen a la percepción de
dificultad entre los estudiantes, requiriendo estrategias pedagógicas efectivas que faciliten la transición hacia
una comprensión más profunda y significativa de la materia. Es esencial abordar este desafío desde una
perspectiva didáctica que fomente la conexión entre teoría y práctica, promoviendo así un aprendizaje más
integral y accesible para los estudiantes en esta etapa educativa [4], [5].
La química se entrelaza con otras disciplinas científicas, y la educación de química en bachillerato busca
establecer estas conexiones. Se exploran áreas como la física, la biología y la matemática para comprender
la química en un contexto más amplio. Además, la educación de química en bachillerato sirve como base
para aquellos estudiantes que planean seguir carreras científicas o técnicas en la educación superior.
Proporciona la preparación necesaria para cursos más avanzados en química, ingeniería química, bioquímica
y disciplinas relacionadas. Además de los conocimientos específicos de química, se fomenta la alfabetización
científica en los estudiantes de bachillerato. Esto implica la capacidad de comprender y evaluar información
científica, aplicar el pensamiento crítico y tomar decisiones informadas en el mundo contemporáneo.
A lo largo de los años, se ha observado que las prácticas experimentales permiten a los estudiantes aplicar
los principios teóricos aprendidos en clase a situaciones del mundo real. Esto ayuda a cerrar la brecha entre
la teoría y la aplicación, proporcionando un contexto práctico para los conceptos abstractos, haciendo que
los estudiantes adquieran habilidades prácticas esenciales al participar en experimentos. Esto incluye
técnicas de laboratorio, manipulación de equipos, medición precisa y observación detallada. Estas
habilidades son valiosas tanto en entornos académicos como en futuras carreras científicas o técnicas. En
este sentido, los experimentos desafían a los estudiantes a analizar y evaluar resultados. Fomentan el
pensamiento crítico al plantear preguntas sobre las observaciones, las variables involucradas y la
interpretación de los datos. Este proceso ayuda a desarrollar la capacidad de los estudiantes para resolver
problemas y tomar decisiones informadas. Por tanto, las prácticas experimentales pueden aumentar el
interés y la motivación de los estudiantes en la asignatura de química. La participación en experimentos
puede hacer que los conceptos abstractos sean más tangibles y emocionantes, lo que contribuye a un
aprendizaje más comprometido y duradero. Los experimentos proporcionan contextos concretos para
conceptos abstractos.
Zambrano G. et al. Optimización y evaluación de prácticas experimentales en química inorgánica: avances y perspectivas
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Vol.5, Issue N°13, (pp. 109-116)