
ISSN-e: 2697-3650
Período: septiembre-diciembre, 2025
Revista Minerva
Vol. 6, Número 18. (pp. 59-69)
I. INTRODUCCIÓN
El estrés es una condición frecuente en el ámbito laboral, afectando la salud de uno de cada cinco
trabajadores a nivel mundial. Se trata de un asunto relevante en la gestión sanitaria, ya que inĆuye en los
individuos a lo largo de todas las etapas de la vida, independientemente del género o la cultura [
1]. En
el sector de la salud, el personal sanitario se encuentra expuesto a múltiples factores que determinan el
estrés. El cuidado constante de los pacientes puede conducir al sobreesfuerzo y a la adopción de hábitos
nocivos para mantener la actividad diaria y reducir la fatiga. Además, un clima laboral negativo, la
insuĄciencia de recursos y la presión laboral prolongada impactan de manera adversa en la satisfacción
laboral y en el desempeño profesional, debido a la carga de trabajo extenuante [
1].
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo
(OIT) [
2], el estrés se deĄne como la respuesta del individuo frente a demandas y presiones laborales
que exceden sus conocimientos y competencias, desaĄando así su capacidad para manejar la situación
de manera efectiva, el cual puede producir efectos tanto en la salud mental como física. En el contexto
de la salud mental, el estrés provoca un deterioro psicológico, manifestándose de maneras distintas en
cada individuo, que incluyen ansiedad, irritabilidad, fatiga, cefalea e insomnio. Asimismo, de acuerdo
con estudios en instituciones sanitarias, el personal de salud padece patologías como el síndrome de
burnout, trastornos de depresión y pánico, infarto agudo de miocardio, enfermedades gastrointestinales,
hipertensión y dependencia a sustancias psicoactivas [
3].
En América Latina, el estrés en el trabajo se considera un problema generalizado de la vida profesio-
nal moderna, que podría seguir en ascenso debido a la situación laboral en deterioro. De acuerdo con el
impacto epidemiológico, la Asociación Americana de Psicología (APA) reĄere que va en aumento con
el tiempo y es percibido de distinta manera tanto en hombres como en mujeres, siendo experimentado
con mayor frecuencia en mujeres [
4]. En varios países de América Latina, se ha observado que el nivel de
estrés es sumamente elevado [5], posiblemente por diferentes situaciones estresoras como el desempleo
y la inseguridad. Una investigación realizada en Chile expuso que trabajadores expuestos a factores
laborales estresantes tienen alta probabilidad de padecer sintomatología mental, tal como la depresión
y la ansiedad [6].
En Perú, siete de cada diez trabajadores adolece del síndrome de burnout, encontrando reportes que
lo informan como una repercusión del alto estrés laboral. Se observa que es constante en los trabajadores
y estudiantes del sector salud, con repercusiones graves y visibles por la continua exposición pública
de su trabajo y vocación de servicio, además de la compleja relación profesional con el paciente que
precisa establecer una distancia terapéutica sin descuidar la empatía y el compromiso. Ello requiere una
serie de habilidades y actitudes para su afrontamiento, añadiendo otras fuentes como la actualización
constante de conocimientos, uso de tecnologías y recortes presupuestarios del sistema sanitario público
[
1]. Asimismo, cabe recalcar que la pandemia por COVID-19 ha inĆuido negativamente en los diferentes
ámbitos de vida de la persona, provocando niveles de estrés en el personal y estudiantes de salud [7].
El ingreso al internado m édico implica, en algún grado, el encuentro con lo incierto. La institución
de salud incorpora al estudiante interno y lo distingue de las nuevas generaciones, otorgándole una
posición dentro de la estructura jerárquica del orden médico y, con ella, una suma de responsabilidades
y derechos que antes no poseía. Por otra parte, el estudiante bajo el contexto pospandemia tuvo un
cambio radical en sus estudios debido al paso de la modalidad presencial a la virtual, trayendo como
consecuencia limitaciones en el desarrollo de habilidades prácticas fundamentales para el desempeño en
el ambiente hospitalario durante la atención directa al pacie nte; estas situaciones conllevan al desarrollo
de estrés [
8].
La formación y desempeño de los internos de medicina representan un desafío único que, más allá
de la obtención de conocimiento clínico, implica enfrentarse a situaciones intensas, decisiones cruciales
y una carga emocional signiĄcativa durante su entrenamiento, lo que puede impactar directamente en
su bienestar emocional y rendimiento laboral. De la misma manera, el interno vive una doble condición:
estudiante en formación con necesidad de aprendizaje y personal no asalariado que responde a las exi-
gencias del hospital, cumpliendo una carga laboral que demanda conocimientos, habilidades y destrezas
clínicas. Estas condiciones implican una predisposición al estrés; sin embargo, existen herramientas que
pueden ayudar a sobrellevarlo, como la autopercepción positiva y el enfoque optimista hacia la vida,
que en conjunto se denominan resiliencia. En este contexto, la resiliencia se presenta como un factor
esencial para mejorar la adaptación al estrés y promover un ambiente de trabajo más saludable [
8].
Domínguez y García [9] describen que la resiliencia se vincula con la presencia de factores protectores
Ruiz S. et al. Evaluación del estrés y la resiliencia en internos de medicina
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