
ISSN-e: 2697-3650
Período: septiembre-diciembre, 2025
Revista Minerva
Vol. 6, Número 18. (pp. 107-118)
I. INTRODUCCIÓN
El estrés es una condición frecuente en el ámbito laboral, afectando la salud de uno de cada cinco
trabajadores a nivel mundial. Se trata de un asunto relevante en la gestión sanitaria, ya que inĆuye en los
individuos a lo largo de todas las etapas de la vida, independientemente del género o la cultura [1]. En
el sector de la salud, el personal sanitario se encuentra expuesto a múltiples factores que determinan el
estrés. El cuidado constante de los pacientes puede conducir al sobreesfuerzo y a la adopción de hábitos
nocivos para mantener la actividad diaria y reducir la fatiga. Además, un clima laboral negativo, la
insuĄciencia de recursos y la presión laboral prolongada impactan de manera adversa en la satisfacción
laboral y en el desempeño profesional, debido a la carga de trabajo extenuante [
1].
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo
(OIT) [
2], el estrés se deĄne como la respuesta del individuo frente a demandas y presiones laborales
que exceden sus conocimientos y competencias, desaĄando así su capacidad para manejar la situación
de manera efectiva, el cual puede producir efectos tanto en la salud mental como física. En el contexto
de la salud mental, el estrés provoca un deterioro psicológico, manifestándose de maneras distintas en
cada individuo, que incluyen ansiedad, irritabilidad, fatiga, cefalea e insomnio. Asimismo, de acuerdo
con estudios en instituciones sanitarias, el personal de salud padece patologías como el síndrome de
burnout, trastornos de depresión y pánico, infarto agudo de miocardio, enfermedades gastrointestinales,
hipertensión y dependencia a sustancias psicoactivas [
3].
En América Latina, el estrés en el trabajo se considera un problema generalizado de la vida profe-
sional moderna y podría seguir en ascenso debido a la situación laboral en deterioro. De acuerdo con el
impacto epidemiológico, la Asociación Americana de Psicología (APA) reĄere que va en aumento con el
tiempo, es percibido de distinta manera tanto en hombres como en mujeres, siendo experimentado con
mayor frecuencia en mujeres [
4]. En varios países de América Latina, se ha observado que el nivel de
estrés es sumamente elevado [
5], posiblemente por diferentes situaciones estresoras como el desempleo
y la inseguridad. Una investigación realizada en Chile expuso que trabajadores subyugados a factores
laborales estresantes tienen alta probabilidad de padecer sintomatología mental, tal como depresión y
ansiedad [
6].
En Perú, siete de cada diez trabajadores adolecen del síndrome de burnout, encontrando reportes
que lo informan como una repercusión del alto estrés laboral. Se observa que es constante en los
trabajadores y estudiantes del sector salud, con repercusiones graves y visibles por la continua exp osición
pública de su trabajo y vocación de servicio. Además, la compleja relación profesional con el paciente
requiere establecer una distancia terapéutica sin descuidar la empatía y el compromiso, lo que demanda
habilidades y actitudes para su afrontamiento, junto con la actualización constante, el uso de tecnologías
y los recortes presupuestarios del sistema sanitario público [
1]. Asimismo, la pandemia por COVID-19
ha inĆuido negativamente en los diferentes ámbitos de vida de las personas, provocando altos niveles
de estrés en el personal y en los estudiantes de salud [7].
El ingreso al internado médico implica, en algún grado, el encuentro con lo incierto. La institución de
salud incorpora al estudiante interno y lo distingue de las nuevas generaciones otorgándole una p osic ión
jerárquica y una suma de responsabilidades y derechos que antes no poseía. Además, el estudiante bajo
el contexto p ospandemia experimentó un cambio radical en su formación debido a la transición de la
modalidad presencial a la virtual, trayendo como consecuencia limitaciones en el desarrollo de habilidades
prácticas esenciales para la atención directa al paciente; estas situaciones conllevan al desarrollo de
estrés [
8].
La formación y el desempeño de los internos de medicina representan un desafío único que, más
allá del conocimiento clínico, implica enfrentarse a situaciones intensas, decisiones cruciales y una carga
emocional signiĄcativa durante su entrenamiento, lo que puede impactar directamente en su bienestar
y rendimiento. El interno vive una doble condición: estudiante en formación y personal no asalariado,
respondiendo a las exigencias del hospital. Esto lo predispone al estrés, frente al cual la resiliencia se
presenta como un factor esencial para mejorar la adaptación y promover un entorno laboral saludable [
8].
Domínguez y García [9] describen que la resiliencia se vincula con la presencia de factores protectores
que reducen los impactos negativos físicos y emocionales. En el contexto del interno de medicina,
esta cualidad permite afrontar los desafíos de esta etapa de manera provechosa y evitar alteraciones
psicológicas, manteniendo la motivación pese a las situaciones adversas.
Ruiz S. et al. Evaluación del estrés y la resiliencia en internos de medicina
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